La ansiedad es una reacción natural del organismo ante situaciones que percibimos como amenazantes o estresantes. Se trata de un mecanismo de defensa que nos ayuda a prepararnos para afrontar el peligro o el desafío. Sin embargo, cuando la ansiedad se vuelve excesiva, persistente, desproporcionada o irracional, puede interferir con nuestro bienestar y nuestra calidad de vida. En ese caso, hablamos de ansiedad patológica.
La ansiedad patológica se caracteriza por la presencia de síntomas físicos, cognitivos y conductuales que causan malestar, miedo, angustia o evitación. Algunos de estos síntomas son:
- Palpitaciones, taquicardia, sudoración, temblores, mareos, náuseas, dificultad para respirar, etc.
- Pensamientos negativos, preocupaciones excesivas, anticipación de catástrofes, dificultad para concentrarse, etc.
- Conductas de escape, huida, evitación, comprobación, ritualización, etc.
La ansiedad patológica puede manifestarse de diferentes formas, según el tipo de estímulo o situación que la desencadena. Existen diversos trastornos de ansiedad, como el trastorno de ansiedad generalizada, el trastorno de pánico, las fobias específicas, el trastorno de ansiedad social, el trastorno obsesivo-compulsivo, el trastorno de estrés postraumático, etc. Cada uno de ellos tiene sus propias características, criterios diagnósticos y tratamientos.
¿Qué causa la ansiedad patológica?
No existe una única causa que explique la aparición de la ansiedad patológica. Se trata de un fenómeno multifactorial, en el que intervienen factores biológicos, psicológicos y ambientales. Algunos de estos factores son:
- La predisposición genética o hereditaria, que puede influir en la sensibilidad o vulnerabilidad a la ansiedad.
- Los desequilibrios neuroquímicos o hormonales, que pueden alterar el funcionamiento del sistema nervioso y el estado de ánimo.
- Los estilos de personalidad o de afrontamiento, que pueden favorecer o dificultar la regulación emocional y la adaptación al estrés.
- Las experiencias vitales, especialmente las traumáticas, que pueden generar recuerdos, creencias o emociones negativas asociadas a la ansiedad.
- Los factores ambientales, como el nivel de exigencia, la presión social, el apoyo familiar, etc., que pueden aumentar o disminuir el estrés y la ansiedad.
¿Cómo se trata la ansiedad patológica?
La ansiedad patológica tiene solución. Existen diferentes opciones de tratamiento que han demostrado su eficacia y que se adaptan a las necesidades y características de cada persona. Entre ellas, destacan:
- La psicoterapia, que consiste en un proceso de ayuda profesional que tiene como objetivo identificar, comprender y modificar los pensamientos, emociones y conductas que mantienen la ansiedad. La psicoterapia más recomendada para los trastornos de ansiedad es la terapia cognitivo-conductual, que se basa en el aprendizaje de estrategias y habilidades para afrontar y superar la ansiedad.
- La farmacoterapia, que consiste en el uso de medicamentos que actúan sobre el sistema nervioso y que ayudan a reducir los síntomas de la ansiedad. Los fármacos más utilizados para los trastornos de ansiedad son los antidepresivos, los ansiolíticos y los betabloqueantes. La farmacoterapia debe ser prescrita y supervisada por un médico, y debe combinarse con la psicoterapia para obtener mejores resultados.
- Los tratamientos complementarios, que consisten en el uso de técnicas o recursos que pueden contribuir a mejorar el bienestar y la salud de las personas con ansiedad. Algunos ejemplos son la relajación, la meditación, el mindfulness, el ejercicio físico, la alimentación saludable, etc. Estos tratamientos no sustituyen a la psicoterapia o la farmacoterapia, sino que los refuerzan y los potencian.
¿Dónde encontrar ayuda para la ansiedad patológica?
Si crees que puedes estar sufriendo de ansiedad patológica, lo más importante es que sepas que no estás solo y que hay solución. No tienes que avergonzarte ni esconderte de tu problema, sino buscar ayuda profesional cuanto antes. Cuanto más tiempo esperes, más difícil será salir de la ansiedad.
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